Ellos se conocieron por casualidad que es así como suceden las historias más bonitas,
Él seguía esperando, apoyado en la farola a alguien que nunca llegó,
Y ella seguía un camino de baldosas impares, que acababa justo en aquella farola.
No recuerdan bien quien sonrió primero,
Pero él no consigue olvidar aquellos ojos chispeantes,
Que parecían haber robado todo el brillo del mar,
Y ella todavía recuerda esas suaves manos
Capaces de albergar la más pequeña de las estrellas.
No saben cuantos helados de brownie,
Tuvieron que tomar para descubrir que estaban hechos el uno para el otro.
Mientras ella asegura que fue el 3º (que por supuesto fue en la misma tarde).
Él dice que no le hizo falta ningún helado…
Y ella sonríe colorada recordando que fue él, el que le aseguró
Que si alguna vez se lo dormía el dedo gordo del pie,
Era por culpa de los duendes y enanos que la protegían
De los ogros comehadasentortillas como él…
Ella sigue creyendo que toda esa historia fue una artimaña
Para poder robarle la parte derecha de su cama y de su corazón.
Y es que para ambos…
Cualquier excusa es buena
Para empezar una guerra de cosquillas.
[… Me han dicho los duendes desde su baldosa…
… que sigas haciéndome soñar con los ojos abiertos…]
Prometo darte noches sin dormir, mañanas intentando dormir mientras el sol nos da en la cara, abrazarte en la cama dejando que me huelas la nuca, desayunos mirandónos a los ojos, sonrisas acompañadas con café humeando, comidas cogidos de la mano debajo de la mesa, cenas con comida que, por supuesto, tu vas a preparar, y películas con palomitas tirados en el sofá de una casa con vistas al mar.
